Charlando con...

Javier Liñera

lieraEl actor y director Javier Liñera presentó el pasado día 17 en La FuNdicIOn Aretoa, de Bilbao, el espectáculo Barro rojo.

Hoy se ha acercado hasta esta sección para hablarnos más en detalle de este proyecto cuyo estreno está previsto para mayo de 2015.

Unos testimonios claros y sin eufemismos que reflejan un trabajo diseñado con mucho mimo, un proyecto con alma y mensaje, o sea, una obra, como suele decirse, de "obligada visita".

Jagoba Ormaetxea

jagoba portadaHace cosa de unos dos años, el director y productor Karlos Trijueque nos hizo partícipes –a Txarly Marqués, mi socio, y a mí- de un proyecto de largometraje que tenía en mente, con vistas a una posible colaboración. Acordamos una cita en las oficinas de JYT kreaKtibos, a la que acudiría un cuarto elemento del proyecto: el compositor Jagoba Ormaetxea. A la espera de la llegada de este último, Karlos, quizá más conocedor de lo que yo creía de mis "exigencias" ante las nuevas relaciones, me dijo sonriente: "Te va a caer muy bien".

Confieso que la afirmación no me predispuso para que así fuera, es más, aumentó mis suspicacias, pero cuando Jagoba Ormaetxea se presentó, me miró a los ojos y me tendió su mano, supe que me encontraba ante alguien especial.

Pedro Ugarte

ugarteExcelente conversador (de los que escuchan y hablan), agudo tertuliano, escritor de una exagerada pulcritud, ejemplo del saber estar... Éstos son los primeros adjetivos que me vienen a la mente al evocar a Pedro Ugarte, uno de los autores vascos más respetados y reconocidos.

Si debiera quedarme con un único término, elegiría "elegante". Elegante en sus maneras, elegante en su educación, elegante en su trato, elegante en saraos de altura y elegante en entregas de premios en concursos literarios de escuelas de barrio. Y, por supuesto, elegante en su literatura.

Tener la oportunidad y el beneplácito de entrevistar a alguien así, enriquece esta sección y a quien la lleva, es decir, a un servidor.

 

Menchumenchu

menchumenchu cartelSi Menchumenchu apareciera en una fotografía del París de los años 60 sería muy difícil identificarla como "extraña". No quiero decir con ello que Menchumenchu esté chapada a la antigua, al contrario. Pocas generaciones más inquietas, más entusiastas, más vanguardistas y felizmente osadas que aquella que bulló en la década mencionada en la Ciudad de la Luz.

Todo en Menchumenchu evoca dulzura, sensualidad, ternura, cierta fragilidad. Hay artistas que ensayan un halo especial para hacerse notar, para seducir. Puedo dar fe de que en Menchumenchu todas esas cualidades son innatas.

La conocí en un momento y en un trabajo que poco, o nada, tenían que ver con su versión más artística. Y entonces, como ahora, es la misma. Para ella, el arte es una manera de vivir. Ella misma es arte. Y eso ni se ensaya ni se improvisa.

Ernesto Fernández habla de Ondare Gaztea

ernesto radioPara describir a Ernesto Fernández Valerio se hace necesario emplear más calificativos de los habituales: inteligente, divertido, elocuente, entusiasta, desvergonzado, rápido de reflejos, buena persona, buen amigo, excelente compañero, atrevido, sensible, enamoradizo... Si tuviera que quedarme tan sólo con uno, sería éste: artista.


Personalmente presumo del privilegio de tenerle como amigo y del lujo de contar con su presencia en el grupo de teatro Ugaoko Bidea.
Hoy le traigo a esta sección por su proyecto Ondare Gaztea.


Vamos a ver qué es y qué nos cuenta.

Samuel Gibert Cobos

samuel gibertSamuel Gibert Cobos es uno de esos actores difíciles de definir o de catalogar.
Hace unos meses tuve la buena suerte de verle actuar en su obra Las crónicas de Alain Telón y recuerdo que en varios momentos de la misma llegué a definirlo internamente como «Actor de los dos corazones», por la energía desplegada sobre el escenario, y como «Jinete desbocado pero con la mirada puesta en un horizonte muy bien marcado», por el ímpetu y por la decisión con que acometía cada segundo de la respresentación.

La entrevista que sigue es amplia, muy amplia, pero, al igual que sucede con las buenas obras, da pena que se acabe.

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